Volver a Roma es sin duda regresar a casa, lo increíble de este regreso después de dos años de ausencia es encontrar la misma ciudad y la misma gente. El mismo barista que sirve el mejor cappuccino de la zona donde vivimos, la misma cajera en el supermercado, el mismo sr. de la frutería. Las mismas caras en los mismos lugares.
De este corto regreso descubrí una nueva Villa Borghese a través del running, con un clima perfecto y la compañía perfecta. Esto del running es bastante nuevo y ver la ciudad desde este punto de vista es interesante, no hay detalles sólo sensaciones, imágenes que corren al sentido opuesto de mi propia dirección.
Anita maravillada de su ciudad, del Panteón y su hueco en el techo: ¡Me imagino el desastre cuando llueve! Sorprendida del nasone, en cada rincón de la ciudad donde poder beber agua. Extasiada con cada monumento y detalle de la eterna Roma.
Pasando por el centro imposible no tomar un café como se debe en el mejor bar de la ciudad: Sant'Eustachio, es siempre una parada obligada cuando vamos al centro.
Definitivamente Roma es hasta ahora mi ciudad preferida, la ciudad que me adoptó hace unos años, la ciudad donde me casé, la ciudad donde nació mi hija. Creo que cuando te despides de ella por un tiempo, sólo al regreso te das cuenta de cuanto te hizo falta y cuanto forma parte de ti.
Más allá del romanticismo, duele ver la decadencia de la ciudad, pero eso sería entrar en un tema político innecesario, esperemos que sea algo circunstancial y que pronto reciba un poco más de cariño y cuidado. Espero también volver pronto, aunque sea por pocos días siempre hace bien volver.
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