Volver a Venezuela es llenarme de alegrías, mato la nostalgia, me lleno de mi tierra, de mi gente, humedezco mis raíces y se renuevan mis hojas... Mi Venezuela querida que nunca es la misma, pero siempre está ahí con sus brazos tendidos, esperándome.
El último viaje fue bastante tranquilo, pocos kilómetros recorridos, pero con la gran novedad: Anita por primera vez va a su tierra, en la que no nació pero es y será como la que la ha parido.
Y para comenzar la llevamos a Los Llanos, tierra cálida y generosa. Los Llanos en "invierno" que en realidad no es otra cosa que la época de lluvias, yo propongo cambiarle el nombre de invierno y llamarlo temporada de agua y de zancudos, de plagas y jejenes. En realidad es un periodo hermoso, sobre todo porque estuvimos en Camaguán y Los Esteros se convierten en espejos de agua donde se reflejan las palmas llaneras y tu imagen al pasar. Los Esteros se llenan de aves y hermosas toninas que saltan para saludar. Claro que lo de las toninas parece que fue una cuestión de suerte o era Anita que estando en el bote de paseo las llamaba con la buena vibra de una niña de 5 meses. Mi amiga Sorelia dice que tenía mucho tiempo que no las veía saltar de esa manera, así que fue un hermoso espectáculo para darle la bienvenida a mi niña.
Lamentablemente estuvimos pocos días en esta maravilla de tierra, la próxima vez iremos por más tiempo y sin dudas nos quedaremos en el mismo lugar, en el Hato la Fe, que es un lugar precioso y tranquilo. La casa del hato es hermosísima, la gente del hato se esmera en dar a conocer el verdadero quehacer llanero, un turismo rural sin pretensiones de lujos que te permite descubrir la magia de la naturaleza. Ideal para los niños y adultos que se quieran desconectar del bullicio y estrés de la ciudad. Y si van les encantará este lugar, porque la persona que los atiende es una mujer enamorada de esa tierra, le pone todo su cariño y esmero a su trabajo que no es otra cosa que su vida. Si van saludan a Sorelia de mi parte.
La última parte del viaje la pasamos en la Isla de Margarita, no fue un verdadero paseo porque estábamos agotado y no quisimos ponernos de exploradores. Pero igual valió la pena, la pasamos muy bien, días tranquilos y de relax con una pareja de amigos que nos ayudaban con la bebé y que hicieron de las vacaciones un momento inolvidable.
El resto de los días la pasamos en familia, saltando de casa en casa, de fiesta en fiesta, comiendo y disfrutando de todos. Todos felices de conocer a Anita, que a 5 meses se encaramó en un avión y fue a conocer su tierra, se sintió en casa y no vemos la hora de regresar.
La última parte del viaje la pasamos en la Isla de Margarita, no fue un verdadero paseo porque estábamos agotado y no quisimos ponernos de exploradores. Pero igual valió la pena, la pasamos muy bien, días tranquilos y de relax con una pareja de amigos que nos ayudaban con la bebé y que hicieron de las vacaciones un momento inolvidable.
El resto de los días la pasamos en familia, saltando de casa en casa, de fiesta en fiesta, comiendo y disfrutando de todos. Todos felices de conocer a Anita, que a 5 meses se encaramó en un avión y fue a conocer su tierra, se sintió en casa y no vemos la hora de regresar.
1 comentario:
Rico! sólo de escucharlo da nostalgia.... así siento con mi bebé no nació en Venezuela pero para nosotros es como que así fue.
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