Caracas

Caracas… Hablar de Caracas es complejo. Cada quien tiene una opinión de esta caótica ciudad. A mi me encanta Caracas, claro ahora que no vivo en ella me gusta, antes la odiaba; en realidad, he tenido siempre una relación de amor-odio con esta extraña ciudad.

Caracas es un valle enorme, con una montaña espléndida que la bordea y la adorna. Antes era conocida como la ciudad de los techos rojos, de esa época quedó sólo el nombre, porque ahora Caracas es una ciudad pesebre, una ciudad de gente apresurada que ya no tiene tiempo para pedir disculpas en medio de un tropezón. En fin, aún así; Caracas es Caracas y lo demás es monte y culebra, así se dice en este país. Y es que Caracas es la ciudad que hay de todo y para todos, incluso para los malhechores.

Caracas con todos sus problemas es una ciudad encantadora, con un clima perfecto, ni frío ni calor. El Ávila, montaña que les mencioné anteriormente, es el pulmón de la ciudad, es el relax de todos. A pesar de todos los problemas de los habitantes de Caracas (Tráfico, embotellamientos, delincuencia, etc.)

La gente sigue siendo chévere, de buen humor, y sobre todo ocurrentes e ingeniosos…

Lo de ocurrente e ingenioso es un fenómeno de los venezolanos en general, pero que puedes confirmar en Caracas, sino me crees dime en qué otra ciudad del mundo te montan cualquier tipo de piercing en medio de la calle, o te venden baba de caracol, o te reparan las tapitas de los zapatos. ¿No me crees? Vente pa’ Caraca’ pa’ que tu veas.

Hay muchas cosas que descubrir de Caracas: la ciudad gastronómica para todo tipo de paladar y todo tipo de bolsillo, desde restaurantes exclusivos hasta los perros calientes de las esquinas, y ni hablar de las areperas. Caracas es también una ciudad para rumbear, desde salsa, tecno, electrónica, rock, adulto contemporáneo incluso ambiente. Por supuesto es una ciudad cultural, quizás no como una ciudad europea, pero hay museos, galerías, exposiciones, teatro, conciertos, manifestaciones culturales.

Otra cosa que hay que descubrir de Caracas, es el centro de la ciudad: Puerta Caracas, la plaza Bolívar, la Catedral, las escaleras del Calvario, la Pastora… Hay un señor muy amable que se llama Luis Macuare, el tiene un taxi, en realidad debería ser guía turística de la ciudad. Que señor tan simpático, buen conocedor de la ciudad y buen conversador, su número de teléfono es 0414-2936607.


La ciudad más amada y odiada de Venezuela tiene mucho que ofrecer, yo la sigo extrañando y amando en la distancia, amor que me pasa cuando me toca viajar en metro o en camionetica; a mi Caracas siempre me sorprende.

Venezuela: ¿El país de las mujeres más bellas?

A penas un año que estoy fuera de Venezuela; regreso y todo está tan cambiado. No son cosas nuevas, ya existían, pero no eran normales, y actualmente todo es tan normal… Ahora es normal tener las tetas operadas, hasta los bancos ofrecen créditos para cirugías plásticas.

Ya no son sólo las tetas. Hay también cirugías para la flacidez abdominal, ¡y yo que creía que el remedio era ir a sudar a un gimnasio!, aumento de glúteos, implantes pectorales para hombres, y ahora hasta las prótesis traen su certificado de originalidad, ¿Será que los chinos se pusieron a reproducir tetas? Adivinen que es la ginecomastia, lipoplastia vulvar, himenoplastia, perineoplastia, faloplastia… Pues si, hasta eso hacemos en este país… ¿No me cree? Haga una búsqueda en Internet… de pronto y hasta se anima…

Yo no se si todo esto está mal o no, lo que si creo es que nos dejamos llevar siempre por las apariencias, es cierto que vivimos en la era de la imagen, todo te lo venden envuelto en papel de regalo, lo importante no es el currículum sino la foto, te juzgan ya por tu manera de vestir y peinar, por la marca de tus zapatos. Desnudos somos todos iguales, ¿o no? Acaso no tenemos todos dos brazos, dos piernas, un órgano sexual, una nariz, una boca, dos ojos… ¿Un cerebro? Creo que esa es la diferencia… no todos nacen con cerebro… existen todas esas cirugías, pero ¿y una cerebroplastia? ¿no?

No pretendo juzgar a nadie, todos somos libres y la belleza de la libertad es esa, ser libres de decidir y escoger, es sólo que en realidad nos están vendiendo un patrón de belleza que simplemente no debemos aceptar, es anti-natural que me digan, me impongan y establezcan que para ser bellas hay que tener unas lolas al menos talla 36 porque sino no estoy en nada, es más fácil ir al cirujano que aceptar unas orejas grandes, unas tetas pequeñas, un trasero con celulitis, y unas líneas de expresión… Por eso no creo en la belleza construida de las venezolanas, no creo en Osmel Sousa ni en su fábrica de mujeres bellas, no creo en las modelos de la tv.

Las venezolanas somos bellas, si, pero naturales, sin reconstrucciones innecesarias, nuestra belleza radica en nuestro carisma, en nuestro sentido del humor, en nuestra capacidad de echar pa’ lante…